Eso me
dijo un día algún inepto inteligente. No sé en qué momento el destino decidió que
yo debía formar parte de esta geografía caprichosa. A veces me siento casi orgullosa
de pertenecer a este selecto grupo de infelices conformados o inconformistas
medianamente felices. Pero no debemos mentirnos, estaremos siempre condenados
al más absoluto de los rechazos porque aunque seas el ápice de un rebaño
abocado al fracaso nunca encontrarás tu lugar, nunca formarás parte de algo. La
libertad de volar sin correas se debe pagar, y en esta isla todos pagamos el
precio día a día. O eliges eso u optas por el vuelo raso con coordenadas
estrictas y rigurosamente trazadas.
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