domingo, 19 de diciembre de 2010

Ciencias exactas.


Tengo que reconocer que la introversión me ganó la partida durante 18 años. No sé si por el lugar, por el entorno, por la compañía o quién sabe por qué, pero el caparazón se me hizo cada día más grande y llegó un momento en el que no supe cómo pararlo.
Tardes y noches pensando en la extraña situación y al final deduje que la mejor manera era dejar pasar el tiempo y que algún día algo me llevase a dar el paso.
Hoy me levanté feliz, sentimiento extraño impropio de un domingo en este cuarto cuadriculado de la aburrida ciudad de Valladolid. Entonces comencé a romper barreras, a estirar las alas y a saltar de este 3º piso. Me quité la camisa y la ropa interior, ni siquiera me peiné, pero de repente sentí una bocanada de aire fresco.
Las cosas no están siendo fáciles pero el camino a la metamorfosis está siendo dulce, también atractivo pero sobre todo dulce.

lunes, 13 de diciembre de 2010

Roce de tus dedos.

Café caliente, mantas, calcetines hasta las rodillas, una buena película y chimeneas encendidas es el ambiente de estos días. Salí y vi todas las luces de la ciudad encendidas mientras unos copos comenzaban a caer sobre nuestros gorros de lana.
No tengo claro que me guste la Navidad, de hecho creo definitivamente que no me agrada, me parece comerciar con la felicidad.
Yo me quedo con pasear por las calles y sentir el frió en mi cara mientras que mi nariz se sonroja. Y cambio los regalos materiales por un paseo a la orilla del mar con buena compañía o una nota escrita por ti, por ejemplo.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Sin referencias ni explicación.

Quizá no sea el mejor momento ni la mejor forma de empezar pero era demasiado el tiempo que he estado esperando para comenzar con algo así.
La monotonía de los días, la gente acartonada, los sentimientos retraídos y las ganas de expresar todo eso que poca gente puede entender ha hecho llevarme hasta aquí.
Puede que solo sea una manera diferente de expresarme o puede que me haga pensar más de una vez las ideas tan idílicas, oníricas o espeluznantes que a veces se me pasa por la cabeza. Quien quiera y pueda que me encuentre.
Como he hecho a lo largo de éstos años, seré como esos encontronazos que tienes en un bar con la persona que se sienta en el taburete de al lado y cruza miradas contigo hasta que una sobre dosis de vodka hace que un día intercambiéis frases estúpidas que no corresponden a dos desconocidos que tan solo se han apoyado en la misma barra del mismo bar para olvidar que no tienen a esa persona con la que poder salir corriendo a la calle un día de lluvia y besarse a la espera de que el semáforo se ponga en rojo mientras los aburridos y descafeinados individuos debajo de sus paraguas les miran atemorizados. Pero ellos sonríen y tras el humo del cigarro de ella, él acerca su mano y acaricia su cara haciendo que sus ojos ya no le miren fijamente y un ligero temblor en su pierna grita que ya no volverán a ser desconocidos pero tampoco saben si se volverán a ver…