lunes, 25 de febrero de 2013

Comisura

El maravilloso mundo que había entre los párpados y sus cejas para perderme cuando no paraban de salir frases estúpidas por mi boca. La manera de clavarnos los dientes en los hombros. Las noches de insomnio sentados en el borde de la cama. El cerrar de sus ojos a cada calada en el balcón. Echar a correr de la mano al salir de los bares. Las notas por debajo de la puerta y la barba sin afeitar. Rodar todas las mañanas entre las sábanas. El tren y sus vías. Amaneceres de excesos y como siempre, acabar todo con una huida.