martes, 3 de mayo de 2011
Ahogada en mi propia libertad.
De todas aquellas reacciones, miradas, gestos, palabras.. lo que jamás olvidaré será su mano contra la mía. Durante toda la noche lo volvímos a hacer una y otra vez. Juntábamos nuestras manos ansiando parecer tan solo una mientras que nuestros ojos las miraban expectantes…como si ya no importase que el mundo estuviera ahí fuera. No necesitábamos nada más que sentir que el sueño de aquella noche de verano se había cumplido.
Jamás me perdonaría desgastar esas sensaciones, por eso decidí soltarte. Algo ha podido conmigo. Ahora solo nos quedará esperar a que la luna nos vuelva a juntar algún día en algún paso de cebra de Madrid.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)